"El regreso": paternidad en transito

Aprender duele. Siempre es así y al decirlo no estoy descubriendo nada nuevo. Aprender es crecer, lo que a su vez implica dejar atrás, descubrir, abrir los ojos.
Si como se postula en la película "El regreso", la vida es un viaje y el mundo que te rodea un paraje natural ilimitado que se te ofrece, debo citar a John Lennon y pedir un favorcito: "paren el mundo! que me quiero bajar." No, es un chiste.
"El regreso" es una obra de arte, en la medida que recupera la esencia del cine, al poner el valor de las imágenes al servicio de la historia, por sobre el diálogo. Es también, una pelicula sobre la paternidad, en cuanto narra el reencuentro ( un viaje de algunos días) de un padre, hasta entonces ausente, con sus dos hijos adolescentes. La figura paternal es misteriosa, intransigente e inaccesible y ante ella, sus hijos reaccionan de manera desigual, simbolizando las dos formas en las que cualquier ser humano podría enfrentarse a la "autoridad": 1) La admiración y por ende la obediencia y adscripción al modelo (el hijo mayor) 2)La rebeldía (hijo menor).
El desconocido que viaja con ellos, sólo es denominado padre, en cuanto se configura como el guía y maestro de la pérdida de inocencia que conlleva dicho periplo para los niños y por lo mismo, podría acusársele al film de machismo solapado, en cuanto el regreso del padre, ha sido promovido por la madre de los chicos, con el fin de que éste le enseñe lo que ella no puede: valentía, fuerza física, aplomo para enfrentar las dificultades. Espíritu de sobrevivencia, en el amplio sentido de la frase. Sin embargo, según cómo se mire, podría ser una pelicula profundamente feminista, en cuanto el padre, sólo tiene dicha funcionalidad (todo lo demás, vinculado a los afectos, es sustituible por la madre) y es necesario que este muera (metáforicamente o no), que se desligen de la "autoridad" para que sus hijos maduren.