sábado, septiembre 03, 2005

“ALTERIDAD Y AUTONOMÍA EN EL ROCK CHILENO: EL CASO DE AGUATURBIA”.

Fabio Salas Zúñiga.


En estos primeros años del nuevo siglo, cuando aún nos persiguen las reverberaciones y deudas pendientes del anterior, el tiempo ha venido a decantar varias premisas que en la historia de la música popular, del Rock concretamente, han sido muchas veces asumidas como juicios de valor o filtros intransables, con lo que la visión de esos juicios ha cambiado con los años y noa ha permitido abrirnos a una nueva visión de las cosas, más tolerante y desapasionada, cuán tolerante y desapasionado se puede ser desde Chile específicamente.

Una de estas premisas es la de identidad cultural que en música comporta instantáneamente un dejo de autenticidad en que reside el valor ontológico, algo así como un atributo espiritual de la música y de la sociedad de dónde ella proviene. Éste es el axioma fundamental que el Rock en castellano o Hispanoamericano ha debido afrontar desde siempre, ya sea en la perspectiva del contenido, con su exigencia idiomática, o desde la dependencia frente al epicentro musical anglosajón. La acusación de imitación que sobre el rock castellano pende es casi una sentencia de minusvaloración cultural y un acento de pérdida frente a aquella música pretendidamente “original” como la de proyección folklórica o la popular bailable, pues en mi país las cumbias de la Sonora Palacios han hecho bailar a generaciones de chilenos pero nadie ha acusado jamás a Tommy Rey, su ex-vocalista, de imitador.

Entonces el Rock Hispanoamericano ha debido padecer continuamente la exigencia de certificación política (frente a la izquierda) o de rentabilidad lucrativa ( de parte del tinglado telemático de derecha) para ser aceptado en sociedad y ser tomado en cuenta por los saberes académicos. Para abordar el caso del grupo chileno que deseo exponer, voy a enunciar una premisa teórica que cuestiona seriamente la idea de pureza identitaria que al rock en castellano clásico, aquél de los sesenta, siempre se le cuestiona y se le exige para ser visto como algo “importante” o “destacable”.

El Rock es un invento de la Norteamérica de postguerra que fue perfeccionado por la cultura británica de los sesenta. Es pues, una propuesta musical del primer mundo, desarrollado, opulento, siempre interventor y a veces paternalista. Por lo tanto, que su influjo social haya sido captado por las culturas del tercer mundo no es tanto un fenómeno de aculturación, que lo fue sin duda alguna, como un proceso de percepción y asimilación cultural de toda la condición espiritual del rock and roll, que podemos resumir en tres términos ni privativos ni excluyentes: gozo, solidaridad, belleza.

La Contracultura americana heredó al Rock como su vocero cultural en un rastro que dura ya medio siglo. Si esta música no tuviera una dimensión espiritual superior en la revelación de su condición humana, jamás habría interesado a nadie en nuestros países y tampoco hubiera penetrado la coraza política de los antiguos países comunistas. A lo más, hubiera sido visto como otra cosa de gringos.



Pero no fue así: la energía liberacional de esta música, su carga erótica, su invocación a una euforia sostenida dentro de un encuentro planetario, superaron rotundamente los preceptos ideológicos de la izquierda y de la derecha. Los rockeros hispanoamericanos, músicos y público, lo hicieron suyo porque captaron en esa música el sentido vital que debían transmitir a su generación. Por eso, más allá de la imitatividad o la dependencia, el Rock Hispanoamericano clásico es la historia de cómo una sensación musical moderna ha permitido la aparición de una solidaridad cultural transfronteriza en nuestros países. Sin sentenciar ni excluir a nadie, como debe ser.

El grupo chileno Aguaturbia es el ejemplo claro de cómo la percepción de la Contracultura americana se instaló en Chile, al menos superficialmente, a través de la música pop. La banda se formó hacia 1968 y estuvo integrada por el guitarrista y compositor Carlos Corales; la vocalista Denisse, más tarde su esposa; el baterista Willy Cavada y el bajista Ricardo Briones. En Chile, a fines de los años sesenta, el Rock era visto como un hecho natural ya que no sufría censura alguna ni represión policial directa de parte de las instituciones, y era difundido por algunos programas radiales y televisivos y contaba con la segura edición discográfica en vinilo de las estrellas extranjeras.

Pero eso duró mientras el Rock no representaba una molestia para nadie. Todo cambió cuando en 1970 se inició la fase de confrontación política más absolutista de la historia de Chile. Nuestra sociedad se vio envuelta en una disyuntiva de compromiso o genocidio, y la política co-optó todo el espacio cotidiano de la vida nacional. La política no daba opción: o eras de izquierda o estabas con los patrones. Y era verdad que esa disyuntiva encerraba razones superiores, cosmovisiones que no podían habitar el mismo sitio. Un problema surgió cuando grupos como Aguaturbia, Kissing Spell, Beat 4, Amigos de María, Kalish y otros, demostraron que en nuestro país había algo llamado “Rock Chileno”.

¿Qué demonios era eso? Era sencillamente, la presencia de una sensibilidad, tal vez mal asimilada de la Contracultura angloeuropea, que pugnaba por existir por sobre la confrontación y la odiosidad. El Rock Chileno tenía un proyecto por delante que grupos como Los Jaivas, Blops o Congreso, enunciaron en mensajes de claro contenido integrador y pacifista, apoyados incluso por varios héroes de la Nueva Canción. Pero este programa debía pagar un tributo fuera éste político o comercial.

Aguaturbia editó su primer lp en enero de 1970. La portada del disco mostraba a los integrantes desnudos en plan de festejo erótico colectivo. Aunque la cita a “Two Virgins” de Lennon –Ono era evidente, el disco causó conmoción: de pronto la opinión pública supo, y tuvo que admitir a regañadientes, que los jóvenes chilenos hacían el amor, tenían relaciones prematirmoniales y en ocasiones se entregaban al sexo grupal. De este modo, la balbuceante criatura rockera chilena, por su temperamento inclasificable y su impermeable unción sónica, se transformó en algo distinto, en otra cosa.

Si para la derecha chilena el Rock era inofensivo mientras estuviera encerrado en una pista de baile el sábado por la noche, ahora su moralina enfrentaba una quemante picazón... ¿qué era eso de sexo, drogas y rock anr roll?. La izquierda por su parte persistió en su dirigismo. El compañero Rock debía ser útil enla lucha mientras la Revolución la manejemos nosotros, lo mismo que el poder popular, la cultura y el sino de la clase obrera... El mismísimo Víctor Jara tuvo que lidiar con la ceguera de los cuadros culturales de la UP al señalarles con firmeza que el Rock tenía condición estética y artística.

No obstante, las cosas siguieron su curso y en noviembre de 1970, por los días que Salvador Allende asumía el mando de la nación en medio de la algarabía popular, Aguaturbia editó su segundo álbum, esta vez asumiendo la interdicción rockera. Cosa rara este caso del Rock Chileno: esta música era vista como algo comercial y complaciente porque hasta ese momento nadie en Chile había reparado en su carácter libertario. Su sensibilidad estaba lejos del complejo ideológico de la izquierda chilena, alienada con el mito de la lucha de guerrillas, y un grupo como Aguaturbia salía abogando por el derecho a ser, por la no –integración y por la expresión libre de un modo de vivir que estaba marginado del monopolio historicista que la política había impuesto en nuestro suelo. Aguaturbia era Rock a secas.

Su música era básicamente blues impregnado de la experimentación que la sicodelia y el free-rock habían testimoniado en esos años. El sonido de la guitarra de Carlos Corales es alquimia electrónica pura, un prodigio técnico muy difícil de encontrar en otros rockeros hispanos de esos años. Lo mismo, la base rítmica de Briones y Cavada poseía una métrica casi automática y si a ello sumamos el hecho de tener una voz solista mujer ya que Denisse es, junto a la brasileña Rita Lee y la argentina Gabriela, una de las pioneras sudamericanas en asumir el protagonismo en una banda de rock, tenemos que Aguaturbia es un auténtico caso de ruptura y autonomismo como no hay otro en el Rock Chileno. La gran banda nacional en la era dorada del Rock Clásico.

Para terminar, un detalle: cuando en 1987 publiqué mi trabajo “El Grito del Amor”, en un país nuevamente convulsionado por el fin de la Dictadura, una de las resultantes más evidentes de su lectura fue demostrar que en Chile se podía ser rockero y ser de izquierda sin contradicción. Y que ambas cosas iban de la mano por la pura emoción de la música en el pulso de la época.

Pues bien, el tiempo me dio la razón: hoy en Chile el Rock es el polo dominante en la sensibilidad juvenil: todos los jóvenes, militantes, integrados o alternativos, tiene al Rock como vocero natural. Mario Benedetti ha sido desplazado por William Blake y Allen Ginsberg; el Ché Guevara convive en las remeras al lado de Bob Marley e Iron Maiden y el Quilapayún y los Inti Illimani comparten escenario con Mecánica Popular y los Chancho en Piedra con el mismo sentimiento de justicia, encuentro y creación propio de las almas libres.

Y lo digo sin pretensiones de grandeza: en un momento en que la corrupción y la decadencia golpean con fuerza las esperanzas políticas de nuestras sociedades, el Rock todavía nos revela que la vida continúa y que incluso en esas falsas alamedas de hoy, se puede bailar con fuerza la música del amor y la solidaridad.




FABIO SALAS ZÚÑIGA (Santiago de Chile, 1961) es Escritor y Licenciado en Literatura.
Ha publicado cinco libros sobre el tema del Rock y la Contracultura y es autor además, de dos poemarios. Ha desarrollado una vasta labor como crítico, editor, libretista y realizador en medios de comunicación. Actualmente se desempeña como docente universitario en diversos centros de enseñanza superior

2 Comments:

Blogger Los Tacones Rojos said...

Escribes Mucho. Y muy bien. Me ha gustado lo que he leido. Mirando por internet te encontré. Te invito a que te pases por mi blogg y me cuentes. Un saludo

5:20 p. m.  
Blogger consuelo said...

Muchas gracias, un día de todas maneras un dia de estos visito tu blog

7:38 p. m.  

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