viernes, junio 23, 2006

"Match point": Woody Allen como D.T.


"Match point", la nueva película de Woody Allen, cuenta la historia de Chris Wilton ( Jonathan Rhys Meyers) un ex tenista profesional que, luego de dejar dicha actividad debido a que ya no alcanzará los niveles económicos ni profesionales de "un Agassi", intenta dejar definitivamente atrás su origen humilde vinculándose con los hijos de una familia rica e influyente que le abre las puertas de su hogar.

Dirigiendo las jugadas de Wilton, Allen toma un rol contemplativo y opta por una sofisticada pulcritud visual para retratar al grupo familiar de la clase alta londinense, donde aquel dicho de que "los ojos son el reflejo del alma" no corre.
En la cinta abundan los primeros planos a los bellos rostros de sus protagonistas, La cámara se detiene en sus ojos cristalinos, remarca sus facciones, para luego recorrer los espacios herméticos, elegantes y lujosos en los que estos se mueven. La fotografía se cubre con el blanco luminoso que resalta en el fondo de la mayoría de los cuadros, a pesar de que la honestidad y transpariencia no es su rasgo principal. Quizás, queriendo dejar claro que la suciedad o oscuridad del individuo está siempre oculta en su interior. Reforzando ese punto, advertimos que lo que se piensa de verdad no es enunciado nunca por los personajes, salvo mediante el exceso de alcohol.

A pesar de aquel retrato social solapado, el ojo del director no es crítico o enjuiciador sino sólo organizador de un partido que, en pos de lograr el truinfo, debe ser jugado con pericia y mente fría. Y le resulta: cada jugador cumple su rol a la perfección: Meyers como el chico encantador, pero ambicioso, Emily Mortimer como la chica dulce y conservadora de clase acomodada, luciéndose en un contrapunto con Scarlett Johanssonn como "femme fatale". Todos ellos siguen las claves de un guión que mezcla drama, romance y suspenso (escrito por Woody) y en el que no sobra ni falta nada.


En "Match Point" se nos quiere mostrar que la vida es un partido en el que se conjugan estrategia, azar, competitividad y ambición. Lo interesante que postula Allen, es que si en las relaciones humanas existentes, siempre hay ganadores y perdedores (eliminando todo término medio, cualquier truinfo moral) LA VIDA SE CONVIERTE EN UNA TRAGEDIA como las historias que se muestran en la ópera (constante soundtrack del filme). El hombre parece estar pre-determinado a un destino trágico en el que le tocará ponerse el vestuario de villano o héroe indistintamente; sin que aquello signifique una condena moral, pues son l
as reglas del juego y ningún ser humano está definido por esas polaridades. Notable, en ese sentido, es la secuencia en que en un sueño Wilton exorcisa su culpa.

Algunos, como Chris Wilton, lo tendrán más que claro y deberá tomar decisiones según su coveniencia, aunque si la vida es un juego, tal vez lo que más se necesite para vencer sea SUERTE.
"Tu ganaste o perdiste, pero jamás saliste derrotado" le aclara un ex colega del circuito con el que se encuentra en las calles londinenses. La capacidad de síntesis de Woody Allen, tanto en la delineación de los personajes como en la construcción del relato (mediante elipsis y fuera de campo) es uno de los puntos altos de esta película.
El punto de quiebre, el principal enemigo de los intereses de Wilton es él mismo, su lado más humano e instintivo: el sexo, el placer, la pasión. Lado proyectado en la figura de Nola Rice (Scarlet Johansson) Así, Allen retoma sus habituales referencias Freudianas, postulando que el hombre para tener por una pareja única, estable debe primero "asesinar" ese lado salvaje, reprimir su instinto animal para encarnar a lo que tradicionalmente en una sociedad entendemos por un sujeto exitoso y feliz. Sí, así de frío y racional.

viernes, junio 09, 2006

Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño.*


Noami Watts está acostada en los brazos de Mark Ruffalo y le cuenta que el otro día fue al zoológico con su hija y que se puso a mirar a un  gorila que tomaba su excremento y lo lamía.
- Me hizo llorar,  enfatiza.
- Te dije que era un lugar deprimente, le responde Ruffalo
- Es que parecía tan humano. Como si supiera que está atrapado. ¿Se darán cuenta lo triste que es verlos?
La escena corresponde a la excelente película de John Curran “We don’t live here anymore”  (En Chile titulada “Adulterio”) y en ella, ambos actores interpretan a una pareja de amantes: Edith y Jack,  dos de las puntas del cuarteto de infidelidad entre dos matrimonios muy amigos.     
El diálogo extraído es una metáfora de lo que sucede al ver el filme: los espectadores vemos cómo se desenvuelven, encarcelados en su propia suciedad,    estos cuatro personajes. Con la diferencia de que sus conflictos se ven demasiado reales como para que el sentimiento predominante hacia ellos sea la "tristeza."
El notable guión de "Adulterio" utiliza como dispositivo narrativo la estructura alternada, es decir, el quehacer cotidiano de un matrimonio se muestra alternadamente con la rutina de la otra pareja para reflejar simultaneidad y sobre todo reforzar la comparación entre ambos. De esta manera, vemos el desayuno improvisado, la casa desordenada, poco aseada de Jack y Terry Linden en oposición a la limpieza y  el orden minimalista, friamente organizado de los labores diarios de Hank y Edith Evans. Situación remarcada a través de la dirección de fotografía: el hogar de los Linden es sombrío y con tonalidades oscuras mientras que el de los Evans está siempre iluminado por medio de una luz blanca que refleja frialdad e impersonalidad. Pero las diferencias no se terminan ahí. 
 
Terry (Laura Dern, notable) es relajada en lo doméstico, temperamental, explosiva rayando en lo agresivo y la relación con su marido sufre los vaivenes propios de ese modo de ser. Edith (Noami Watts) es suave de carácter y resignada a mantener un matrimonio sin amor pero estable. Jamás discuten, cada uno busca la forma de llenar el vacío: "Si no te amará a ti, tendría que amar a otro. Hank es incapaz de amar a alguien que no sea él mismo " le confiesa a su amante Jack, quien por su parte, está sumido en la culpa de serle infiel a su esposa que lo ama. Su amigo (esposo de Edith) en cambio, separa sin problemas el sexo del amor y piensa que la fidelidad es una utopía.       
Intercalado entre medio de las diferentes secuencias y según el desarrollo del conflicto, podemos ver en primer plano el semáforo de un cruce ferroviario que se ubica en el lugar que viven los personajes (aparentemente un pueblo chico) y en particular, vemos una luz roja junto a la barrera que impide el paso. Claro símbolo del autoimpuesto encierro que viven sus personajes y de lo difícil que les resulta romper con una vida ya armada, por muy falsa que esta sea. Es ahí donde el título en español (Adulterio) resulta menos acertado que el original: "Nosotros ya no vivimos aquí", puesto que muestra personajes que viven una vida que no los satisface, en la que están ausentes pese a la presencia física.  Esta es una cinta donde la infidelidad es sólo un punto de partida para tratar temas más profundos y universales.
"We don`t live here anymore" escudriña en el concepto de matrimonio, entendido como un estilo de vida que se sitúa en la delgada línea que separa la tolerancia de la represión y el acostumbramiento de la felicidad. Donde se pone en cuestionamiento el "para toda la vida" porque los intereses y necesidades de cada cual van cambiando con el tiempo. Pero no es una película que intente ser polémica o que tenga un discurso anti-familiar porque no se dedica a dar lecciones o hacer tesis contra nupciales sino que nos invita a ver desde un lugar privilegiado las contradicciones, los vacíos, las grietas que existen dentro de una relación de pareja. El casarse parece ser el momento en que se deja de amar a la persona por lo que ES para quererla por lo que HACE (en el caso de Terry ser buena dueña de casa) y si eso es insuficiente, es el comienzo del fin. Es el punto de quiebre que hace que se den cuenta que todo lo construido es falso, entonces, sus protagonistas se enfrentan al dolor de tener que tomar decisiones  radicales (puesto que como dice Terry "hasta para cometer adulterio hay que tener moralidad.") en base a sentimientos que nunca son así de tajantes, blanco o negro, amor o odio, pues a veces aquello que alguna vez pareció una virtud en la  convivencia diaria es un defecto.
Es la moralidad, la consecuencia, la valentía de ellos la que está siempre en jaque, porque finalmente el matrimonio es una relación de poder, en el que uno está dominando. Para empezar de cero, desbaratar la mentira y seguir lo que te dice el corazón hay que tener coraje, . Más  si hay hijos de por medio. Los Linden tienen dos hijos: inquietos, cuestionadores, perceptivos. Edith y Hank tienen sólo una niña silenciosa, solitaria con evidentes problemas al momento de sociabilizar con sus pares, es decir, los tres son reflejos del tipo de vida que llevan sus padres. De manera que en la película se postula que ellos son siempre víctimas  que absorben lo que los rodea y por tanto, una razón por la cual luchar. Hacia el final, cuando Jack los toma en brazos cuando están al borde de las rocas, no sólo previene un peligro sino que además, reafirma su rol de padre y asume que no es capaz de bancarse el fracaso de ese proyecto de vida que es su familia. Cuando Edith dice "...me voy porque puedo" quiere decir que en todo este proceso se ha reencontrado con ella misma y sus posibilidades de vivir de verdad, pues se ha cansado de alimentarse del excremento que la rodeaba y abrió la puerta de la jaula. Se dió luz verde.
 
*Verso de Joaquín Sabina en "Amor se llama el juego"

lunes, junio 05, 2006

DAMIEN RICE: el nuevo sonido de la MELANCOLIA





Por JOAN BASANTA (Muzikalia)

Guitarras acústicas, melodías sublimes, instrumentos de cuerda, sensibilidad, melancolía, una voz quebradiza y llorosa... Así podríamos estar días enteros, enumerando todas las cualidades de este álbum de Damien Rice.

Pero, ¿qué es lo que ofrece Damien Rice para obtener semejante repercusión?. Sólo una cosa: canciones extraordinarias. Porque este 0 es un álbum que, sin contar con muchos medios para conseguir un brillante sonido, se defiende en el territorio más difícil, en el de la composición de canciones atemporales y eternas. Canciones como “Delicate”, “Volcano”, “Amie” o la increíble e inolvidable “Cold water”, que convierten a este autor en uno de los más aventajados discípulos de esa escuela de cantautores folk con ribetes pop que tantos talentos nos ha dado en los últimos cuarenta años.

La estructura de las canciones está construida siempre sobre una guitarra acústica, lo que dota al disco de una cercanía y una verdad que no se puede conseguir con las máquinas y las superproducciones de estudio digital. Nos vamos a encontrar algo tan primitivo como un hombre con su guitarra, con el añadido, en ocasiones, de algunos instrumentos de cuerda y de una cálida voz femenina, que acompaña a la voz rota, sensible y siempre al borde de llanto de Damien Rice.

Porque es el llanto, la melancolía, lo que se filtra por todas y cada una de las canciones de este álbum. Una melancolía que nos traspasa porque nos llega repleta de realidad, sin pose, con una sinceridad que resiste a una escucha minuciosa. El disco tiene siempre sobrevolando un desconsuelo expresado con tal sensibilidad que lo hace único. Puesto que, aunque utilice elementos ya usados con anterioridad por miles de grupos, lo hace con tanta personalidad y tanta franqueza que parece que son nuevos, recién descubiertos en la fría y lejana Irlanda.

jueves, junio 01, 2006

PASAJERA EN TRANSITO

De nuevo perdí la ruta
Navego por los desiertos.
Camino por mares muertos.
La noche entera se enluta.

El sol se metió en su gruta
Los mares se hunden mojados.
Yo soy un nervio de atados
un llanto largo y profundo
no sé por qué me confundo con tus amores cansados...

Fragmento de "Décimas" de Elizabeth Morris.