sábado, mayo 20, 2006

Pedro Aznar en Chile: El cazador de esencias.


"Yo quise el fin y había más,
yo quise mas no había fin.
lo que yo quise encontrar estaba atrás y no aquí.
desde las sombras no vi, las sombras y no vi luz,
No voy a llorar si nadie me acompaña,
no voy dejar ni un camino sin andar.
Aunque sea el fin del amor,
yo he visto el fin del disfraz,
yo quiero el fin del dolor,
pero no hay fin siempre hay más.
no existe sombra, no existe culpa,
no existe cruz.
No voy a esperar las ganas que yo extraño,
no voy a esperar que el destino hable por mi,
en medio de las lluvias del invierno,
no hay tiempo ni lugar..."

Aznar."Tu amor"

Es probable que la actuación más masiva de Pedro Aznar en Chile sea cuando subió a la Quinta Vergara a cantar con Charly García "Tu amor" y "Mientes" del disco de ambos: Tango 4. En dicha oportunidad, apenas ingresó al escenario dirigió a la banda de un desbocado Charly (a pesar de la molestia del rockstar) para que arreglará un sonido que ya se hacía insoportable. Sólo una vez que cada acorde alcanzó una tonalidad adecuada, tomó la guitarra y echó a correr la nostalgia. Aquella que se origina cada vez que se oye un clásico.
Este hecho, que parece no mucho más que una anécdota Festivalera de unos tres años atrás, le confirma a la gente que no lo conoce demasiado, algo que para los seguidores de Pedro es una certeza: Aznar es ante todo y sobre todo un MÚSICO virtuoso.

En todas las canciones que interpreta en vivo, los arreglos musicales están por sobre su labia, su ego e incluso sus letras. Aznar se muestra como un artesano perfeccionista y sensible que recoge la esencia de melodías y versos (propios y ajenos) para inyectarle emoción y verdad. En ese sentido, un concierto del argentino puede ser un momento de catarsis, un encuentro con las raíces folclóricas latinoamericanas o una hermosa sesión de ilusionismo en la que el "truco mágico" de Aznar consiste en abordar su trabajo creativo con la suficiente humildad como para hacerse invisible y cederle el protagonismo a la música cuando brilla su fino gusto para la fusión, cuando emprende la tarea de desentrañar la sonoridad en los poemas de Borges ("Caja de música) o de versionar y bajar de la categoría de "música de departamentos de Ipanema" a la música brasileña ("Canta Brasil") Para luego, reaparecer en escena con la belleza de su registro vocal intenso e íntimo. Desnudo de toda pretensión que se aleje de su ritual esencial: producir emoción a través de la calidad.

"Yo canto para alcanzarte
atravesando todo el azul
yo canto para mostrarte que sangro igual que vos
y está oscuro en esta cárcel
que soy desde que tengo memoria
y esta ciega mi mirada
sin tu luz

Yo canto para abrazarte
porque entenderte ya no me basta
yo canto para librarme
de las cadenas negras de ideas y palabras
que trazan una línea en el agua
dividiendo lo indivisible
vos y yo

Uno y uno y
uno en uno y
uno a uno y
todo en uno en mi

Uno y uno y
uno en uno y
uno a uno y
todo en uno en ti

Yo canto para escucharte
porque tu voz es la melodía
yo canto para nombrarte
en incontables nombres y rostros y señales
la gota de agua, el pan, los trigales
reflejando cada espiga
todo el sol"

Pedro Aznar "A cada hombre, a cada mujer"

jueves, mayo 18, 2006

El miedo

Una mañana, nos regalaron un conejo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula.
Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad.

Eduardo Galeano en "El libro de los abrazos"

martes, mayo 09, 2006

36 Quai des Orfèvres: Lucha de gigantes



36 Quai des Orfèvres es el nombre del Departamento de Policía francés y el título escogido por Olivier Marchal para su filme policial (En Chile se le denominó ¿¡"El muelle!?) que narra la historia de dos agentes del BRI que se ven forzados a ajustar cuentas y medir fuerzas a partir de la necesidad de capturar a una violenta y poderosa banda de atracadores. Ambos son interpretados por dos grandes del cine francés: Daniel Auteuil y Gerard Depardieu.
36 Quai des Orfèvres no da respiro. Desde el primer minuto nos sumerge en un espiral de agresión, balas y sangre siguiendo las claves del género, pero profundizando en el interior de los personajes como muy rara vez se logra en sus símiles norteamericanos. Pues si bien es una película que aspira fundamentalmente a entretener, el calificativo de "acción" le queda corto. A la inversa de la lógica de este tipo de cintas, donde el enfrentamiento entre "el bueno" y el "malo" es la excusa para mostrar espectaculares secuencias, en "36..." el contexto delincuencial resulta ser el telón de fondo y el pretexto para mostrar a seres humanos sometidos a un mundo regido por "la ley del más fuerte" y en particular, a dos hombres conflictuados con su pasado, atrapados en sus ambiciones, moralidad y oscuridad más íntimas.
De esta manera la cinta de Marchal es un despiadado "cara a cara" entre Auteuil y Depardieu. Ambos se lucen en sus interpretaciones encarnando a dos policías que advierten que su trabajo les ha consumido una vida que no volverá y cargando sobre sus hombros una película sobre la culpa, el oportunismo, el significado de la lealtad y la redención. Un excelente ejemplo de que cine de entretención no es antónimo de cine de calidad.

ADVERTENCIA: El guión de 36 Quai des Orfèvres fue comprado por Hollywood para hacer un remake que será dirigido por Marc Foster ("Finding Neverland"). No acepte copias. Prefiera el original.